sábado, 24 de mayo de 2014

El entierro del conde de Orgaz


No tendría más de doce años cuando en una de las excursiones que realizábamos en el colegio nos llevaron a Toledo. No era la primera vez que iba a la ciudad de las tres culturas, pero sí era la primera vez que me encontraba en una de las puertas laterales de la iglesia de Santo Tomé para visitar la obra cumbre de El Greco “El entierro del Conde de Orgaz.”
 
Tengo grabada en mi mente la página del libro de historia donde aparecía en un tamaño de poco más de 3 centímetros la imagen de ese cuadro. Cuando atravesé la puerta y me encontré ante esa magnificencia decir que me asombré es quedarse bastante corto. Es complicado describir lo que sentí al admirar la obra. De repente me encontré en mi mundo abstraída de cualquier ruido o runrún que pudiese haber en la sala. El tamaño… ese tamaño inmenso del cuadro me sorprendió y esos negros tan profundos me estremecieron.

 



Años después pasé mis años de universitaria en esa magnífica ciudad y a pesar de haber trabajado unos meses en un edificio vecino nunca quise volver a ver el lienzo. ¿La razón?. Quizás no destrozar la sensación que me produjo su visionado.

 


De tanto en cuanto vuelvo a Toledo a darme un baño de nostalgia. Paseo por las calles que tantas veces recorrí, por las zonas donde viví, por la universidad donde tantas y buenas horas pasé  y que 20 años después para mi satisfacción continúa exactamente igual…y por los locales de copas donde alternábamos los estudiantes.

 El último fin de semana de nostalgia fue hace un par de meses y aprovechando la conmemoración del año de El Greco pensé que era el momento de volver a traspasar esa puerta que accedía al cuadro aún sabiendo que mi recuerdo podría destrozarse en un segundo. Tres décadas después volví a sentir la misma sensación que la primera vez. Me volvió a estremecer el contraste de la oscuridad con la luz, esos rasgos afilados y ese brillo del óleo. Una impresión que no han conseguido otros cuadros históricos como “La última Cena” o “La Gioconda” por poner sólo unos ejemplos.

 

2 comentarios:

  1. Qué historia más bonita, yo también recuerdo de forma especial en 3ºbup el viaje a Toledo. Aunque para mí, impresionada me quedé con el Jardín de las delicias, de El Bosco,en un posterior viaje a Madrid. Me perdía en sus innumerables historias de fantasía.
    Cuando te explican un cuadro y ahondan en él, te produce una sensación...
    Besos, gracias por compartir tu historia
    Leti
    Sin pereza

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    Respuestas
    1. Lo curioso es que ese cuadro tiene todos los ingredientes para que no me guste. Oscuridad, muerte (huyo de todo lo relacionado con ella), impresionismo... De hecho los cuadros que me gustan suelen ser surrealistas y minimalistas. Precisamente por ese motivo me choca mucho más la impresión que me produce ese cuadro. No conocía "El jardín de las Delicias" pero el señor Google me ha sacado de mi ignorancia :))

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