Me considero una absoluta ignorante de las técnicas de meditación asiáticas. Me parecen curiosas pero excepto por algunos libros en los que el budismo estaba implícito en la trama, lo cierto es que he leído poco sobre esto. Cuando escucho alguna de estas palabras vienen a mi mente imágenes relajantes, monjes vestidos de naranja, tazones de meditación, gong y plantas de bambú. Vamos, que luego me quejo de que los extranjeros crean que los españoles vamos por la calle vestidos de flamencas y de toreros pero cuando se trata de saber sobre otras culturas o tradiciones tampoco es que esté muy puesta.
Al final todo este rollo viene porque me encargaron un cuelgacollares en tonos vino y morados con motivos de Buda y mandalas. Al ser los marquitos alargados no he podido dejar los mandalas tal como son (redondos y perfectamente simétricos) y he tenido que convertirlos en un engendro ovoide. Un purista de la materia ya no los denominaría mandalas pero como ya me he autodefinido como ignorante en temas budistas, pasamos por alto que el centro del universo y soporte de concentración no sean circular ni cuadrado respectivamente.
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