Aún recuerdo a mi madre lavando los pañales de tela de mi hermano pequeño. Creo que en ese momento decidí que nunca tendría un hijo si llevaba implícito esa desagradable tarea. Afortunadamente hay gente como el Sr. Dodot que con un trozo de celulosa han conseguido facilitar en gran medida esos más de dos años en los que vivimos entre biberones, chupetes y pañales. Es más, si coges esos pañales y realizas ciertos montajes con ellos puedes conseguir que un montón de objetos de celulosa sin gracia se conviertan en una figura atractiva.
Un castillo de princesas hecho con unos noventa pañales, calcetines de primera edad y una ratoncita de fieltro.
O una moto con 24 pañales en las ruedas, una mantita de bebé como manillar, unos calcetines en los puños, unos baberos de guardabarros y unas zapatillas de kitty.